Ya que más nos quedan sino las ruinas de la libertad. Derribadas sin más, para despertarnos tras el sueño de los somníferos de la década anterior, sueño plácido que parecía seguro, pero que no era más que la imagen que tallaron al interior de nuestros párpados.
Derribaron la realidad falsamente para realmente instaurar una falsedad. Todos los grilletes estallaron hacia el horizonte reuniéndose para reproducirse y volviendo para encadenarnos again.
Cualquiera puede ser, tú o él, pero no yo. Ellos sí, nosotros no. Los culpables del derrumbe son los culpables de nuestra jaqueca. Trajeron el miedo y lo desencadenaron, justo ante el retorno de los grilletes. Nadie nos protege ya, hasta nuestro protector nos apunta con el dedo. Es admirable apuntar al culpable, pero serlo es irremediable.
Un regalo nos dio y no fue del mismo porte. Entregar la libertad por una ilusión de seguridad no es justo, algo real por un pagaré, pagaré de algo que no pedimos. Segura libertad ya no hay, mas sólo libre seguridad.
¡Todos al escondite! El rostro no hay que mostrar, el que mira a los ojos en piedra se convertirá y libre ya jamás será.
1 comentario:
hace unos días fui con un amigo a una conferencia sobre Nietzsche. el tipo habló acerca de la moral de esclavos, estuvo re interesante. el punto sería el siguiente: la moral de esclavos se afirma en un resentimiento hacia un 'enemigo'. crea un sujeto imaginario con un espacio propio de 'libertades'.
me llamó harto la atención. porque la crítica más fuerte hacia el 'Estado policial' post-11 de septiembre tiene que ver con una suerte de traspaso brutal de esta esfera de derechos privados y personales, de una ausencia de la libertad ante la emergencia (permanente) del terrorismo.
¿cómo pensar el estado policial sin pensar en un 'enemigo', en un 'gran hermano'?
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